Lo que necesitamos para parir y lo que nos encontramos en el hospital

Tras mi primer seminario de formación como Doula, he pensado que sería interesante compartir con vosotr@s aquello que he aprendido, así que voy a ir haciendo una serie de posts hablando de embarazo y parto, que fue el tema de este seminario. El motivo de hacerlo en varios posts es no hacerlo demasiado denso y largo y tratar de mantener un orden.

Hoy empiezo hablandoos de lo que necesita una mujer para que su parto transcurra de una manera natural y la realidad que se encuentra en las maternidades:

Tod@s sabemos que el parto es un proceso fisiológico. Las hormonas que se ponen en marcha durante el parto, son las mismas que se activan durante el acto sexual y, de la misma manera que nos resultaría difícil mantener una relación sexual y mucho menos disfrutarla, en un entorno hostil, rodeadas de gente, inmovilizadas y observadas, que el parto se desencadene y se lleve a término en estas condiciones (que son las que habitualmente se dan en el hospital) puede considerarse una misión imposible.

Para poder fluir de manera natural, el parto requiere de una entrega sin condiciones por parte de la madre, requiere que la mujer entregue su cuerpo al parto, a la tierra y al universo, sin pensar, dejando que pase lo que tenga que pasar sin oponer resistencia. Y si nos paramos a pensar… ¿Cómo puede ser posible esa entrega en un ámbito en el que están manipulandote, dirigiéndote y obligándote a permanecer mentalmente activa? como puedes entregarte por completo en un espacio desconocido para ti, incluso en ocasiones agresivo y hostil, en el que no se te permite ni siquiera adoptar la postura que el cuerpo te pide para facilitar el proceso del parto, calmar tu sed, saciar tu apetito o permanecer acompañada por quien desees? desde luego es realmente complicado.

El parto, desde el punto de vista ginecológico (en general) , es un proceso de riesgo que debe ser intervenido y llevado a cabo en un hospital con el fin de llevar a cabo todos los procedimientos necesarios para evitar que puedan surgir determinadas situaciones de riesgo (más o menos improbables).

Por ejemplo, ante una cesárea previa, el siguiente parto se considera de riesgo y no puede ser atendido en casa por la posibilidad de rotura uterina. Obviamente, en el caso de que dicha rotura uterina ocurra, si estás en el hospital ya tienes trabajo adelantado, pero lo que no nos cuentan es que el riesgo de que esto ocurra es menor, por ejemplo, que el riesgo de aborto debido a la amniocentesis. Por otro lado, la rotura suele precederse de un rasgado, lo que posibilitaría llegado el caso el traslado al hospital. El caso es que ese caso entre un montón marca como deben enfocarse los partos tras una cesárea previa. Esto nos habla de como está enfocado el parto, lleno de procedimientos destinados a evitar complicaciones, aplicando de manera rutinaria o sistemática para evitarlos otros procedimientos que generan a su vez otras complicaciones, posiblemente más comunes. Otro ejemplo: cuantas veces , durante muchos años, hemos oido que se realizaba la episiotomía rutinaria para evitar desgarros? pues ahopra la evidencia científica demuestra que una episiotomía es más grave y puede provocar más problemas que el desgarro que trataban de evitar.

Con todo esto llegamos a la evidencia de que es prácticamente imposible que un parto se desarrolle de manera natural en un entorno hospitalario en el que se lleven a cabo todas las intervenciones habituales: cuando necesitamos intimidad, recogimiento y oscuridad nos encontramos luces cegadores, montones de personal circulando y hablando alrededor, un entorno frío y desconocido… En lugar de sentir el cariño, comprensión y apoyo que necesitamos, recibimos impersonalidad, frialdad e incluso gritos y malos modos ( cuantas mamás habrán oido entre gritos aquello de que no saben empujar, que lo hagan bien, por ejemplo). Todo esto nos genera tensión, incluso miedo, lo que hace que entre en juego la adrenalina, totalmente opuesta e inhibidora de la oxitocina. Mientras que la oxitocina es la hormona del amor, fundamental para el parto, la adrenalina es la hormona del miedo. Curiosamente en los hospitales encontramos adrenalina a montones, mientras que la oxitocina viene casi siempre aplicada de manera artificial.

Todo esto pone de manifiesto hasta que punto llega el absurdo, hasta que punto el encabezonamiento ginecológico hace perder de vista la realidad, obviando total y absolutamente las necesidades reales del parto. Pero algo está empezando a cambiar… algunos ginecólogos ya luchan por un cambio, promoviendo el parto natural hospitalario, atendiendo partos en casa y exigiendo el respeto que, tanto la mamá como el bebé requieren en un momento tan mágico y vital.

Porque el nacimiento es el origen y las heridas infringidas en el, las heridas primales, nos acompañarán de por vida.

Espero haber sido capaz de explicarme medio bien! si os gusta la idea, prometo hacer otros posts hablando de temas mas técnicos relacionados con el parto!

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